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Donald Trump confía en que son aranceles, en lugar de sanciones, las acciones que fijan lo que él percibe como desequilibrios económicos y geopolíticos.
La inclinación del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a aplicar tasas de aduanas en lugar de sanciones, ha recibido numerosas críticas. Desde que Trump regresó a la Casa Blanca en enero de 2025, las amenazas arancelas a docenas de naciones han generado una considerable incertidumbre entre las empresas de los Estados Unidos y sus aliados comerciales a nivel mundial.
Lo que se conoce como «tango tarifa», esta es su forma audaz de prometer altos aranceles en productos extranjeros y luego modificando drásticamente su curso, se alinea con los objetivos políticos y económicos fluctuantes de Trump.
Por otro lado, los mercados financieros están en un estado de voltaje continuo, ignorando ni cómo ni cuándo el presidente podría restablecer cualquiera de sus tarifas.
En abril de 2025, los aranceles a China, el principal adversario económico y militar de los Estados Unidos, alcanzó los niveles históricos, aumentó al 145 por ciento y luego disminuyeron al 51 por ciento el mes siguiente, después de que las delegaciones de ambas naciones mantuvieron conversaciones comerciales en Londres.
El aumento abrupto y la reducción posterior de las tasas arancelas por parte de Trump eviden cómo el presidente republicano los usa adaptables para tratar de rectificar lo que él percibe como injusticias comerciales, en función de conflictos anteriores.
«El rápido crecimiento de Japón en los años 80 y la percepción de que los japoneses superaban la icónica industria automotriz de los Estados Unidos, ya que Estados Unidos había mostrado una generosidad excesiva en sus términos comerciales», explica a DW Jennifer Burns, profesora de historia asociada en la Universidad de Stanford.
