Las fallas graves persisten en la administración de los lugares del mercado de Tunja
En una reciente Sesión del Consejo Tunja, se presentó un Informe de ejecución del contrato de administración para lugares de mercado que revela la persistencia de problemas históricos que continúan sin resolver. Los comerciantes han expresado preocupaciones significativas sobre dos problemas principales: el disfraz generalizado y la creciente inseguridad en los espacios designados para la venta.
Uno de los problemas más alarmantes es la proliferación de ratas y otros roedores, que surge como consecuencia directa de la falta de higiene y desinfección por parte del Consorcio productivo de Tunja, actualmente bajo la dirección de Rafael Humberto Páez, quien está a cargo de la administración del mercado.
En el ámbito de la seguridad, se ha observado una apertura arbitraria de posiciones por parte del administrador. Este último, aprovechando el contrato en vigor, está rompiendo bloqueos y retirando mercancía confiscada sin asumir la responsabilidad por las pérdidas ocasionadas. Esta práctica ha sido respaldada por el secretario del interior, Ahiliz Rojas Rincón, quien, sin embargo, admitió que solo la policía está facultada para llevar a cabo convulsiones legales.
Además de estos problemas, se han reportado cargos incorrectos por el uso indebido del espacio público fuera de los recintos asignados, lo que genera una competencia injusta para aquellos comerciantes que operan dentro de los espacios autorizados. Otros desafíos incluyen la falta de energía en un pabellón de la plaza sur, la ausencia de baños para discapacitados, y la intervención autoritaria en la zona de dopaje. Por si fuera poco, la baja tasa de formalización es alarmante: solo 80 de más de 1.700 comerciantes cuentan con un contrato firmado.
El administrador ha incumplido 11 de las 28 obligaciones contractuales que se asumieron al momento de la firma del contrato. A pesar de que algunos concejales han solicitado la revisión del informe de supervisión, el análisis no se ha realizado. Esto se produce en un contexto en el que se exige a los comerciantes del centro que se reubiquen en espacios que no están en condiciones óptimas, lo que plantea una pregunta crucial: ¿Quién tiene razón?