El día en cuestión fue uno de esos espléndidos en que la primavera brilla con su mejor nombre: cielos despejados, temperaturas ideales, y alegría en el aire. Sin embargo, para 55 millones de personas que habitan el corazón de la Península Ibérica, lejos de la calidez y del clima apacible, esto se tornaría en un episodio inolvidable de crisis. Lo que comenzó como un día normal terminó transformándose en uno de los colapsos más significativos en la historia reciente de Europa.
La causa detrás de este suceso es bien conocida: un fallo en la nueva infraestructura de Internet generó una reacción en cadena que se extendió velozmente, en solo cinco segundos. A las 12:33 del 28 de abril, una interrupción eléctrica afectó simultáneamente a España y Portugal, interrumpiendo drásticamente las actividades cotidianas de millones.
Tras la interrupción inicial, las telecomunicaciones y el transporte masivo colapsaron. La imposibilidad de utilizar sistemas como las cajas registradoras o dispositivos de comunicación significó que miles de negocios tuviesen que cerrar. Aquellos que permanecían abiertos solo aceptaban pagos en efectivo, lo que complicó aún más la situación.
Pasaron varias horas antes de que la emergencia pudiese ser controlada. Gradualmente, dependiendo de la ubicación geográfica, las luces comenzaron a funcionar nuevamente. Para la mañana siguiente, la mayoría del territorio de la Península había recuperado la normalidad.
Pese a ello, las repercusiones no cesaron y la vida diaria se vio afectada. Este fenómeno ha sido descrito como un modelo defectuoso que ha puesto en duda la fiabilidad del sistema eléctrico español, marcando un hito en la historia contemporánea de Europa.
No tanto quemar …
Las especulaciones acerca del suceso perdurarán hasta que se emita un informe técnico definitivo, proceso que podría llevar semanas. Pero, ¿por qué debería interesar al resto del mundo lo ocurrido? La relevancia de las fuentes de energía renovables no convencionales en la matriz energética española es indiscutible, y el impacto de los parques de paneles solares y eólicos es crucial para cubrir las necesidades actuales del país, además de permitir la exportación de electricidad a los vecinos.
La demanda por energía alcanzó niveles récord gracias a estas tecnologías. Esta nación se ha beneficiado de condiciones naturales favorables, especialmente en la generación de energía fotovoltaica, lo que ha llevado a grandes inversiones y ha brindado una ventaja comparativa. De hecho, la electricidad generada es hasta un 30% más barata comparada con la de países como Alemania.
Cuando se plantea la pregunta sobre cómo puede la economía española destacar en un continente que enfrenta dificultades, la respuesta parece clara. Nuevas fábricas y centros de datos han sido anunciados, prometiendo una oferta de energía que parecía extensa y segura hasta hace poco.
Ahora, los expertos se encuentran a la espera de las soluciones que se implementen para reducir la posibilidad de futuros cortes masivos. Aquellos informados sobre la situación destacan alternativas que podrían aumentar la fiabilidad de las instalaciones y aislar áreas vulnerables, garantizando un suministro constante.
Sin embargo, los expertos enfatizan que es vital desarrollar una gama más amplia de opciones energéticas. Esto se vuelve más crucial al considerar que la generación de energía solar y eólica es dependiente de las condiciones climáticas.
A falta de sistemas de almacenamiento eficientes, que aún no alcanzan la eficacia necesaria para el largo plazo, cualquier sistema actual debe confiar en opciones de generación tradicionales. Por lo tanto, turbinas movidas por agua o vapor seguirán siendo esenciales en el futuro predecible.
A pesar de ello, es innegable que las fuentes renovables seguirán en auge en todo el planeta. Según la Agencia Internacional de Energía, la capacidad de estas fuentes se incrementará un 90% hacia 2030, en comparación con el año 2023. Este crecimiento no solo será resultado de la continua inversión en tecnologías limpias, sino también de la urgencia por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Gran Vía sin luz este lunes durante la oscurecimiento del sistema eléctrico en Madrid. Foto:Efusión
La repercusión de este evento ha captado la atención a nivel mundial, y las lecciones que se obtendrán de esta experiencia se integrarán en las futuras decisiones sobre energías renovables.
Desde allí para ir aquí
Colombia no ha quedado exenta de esta tendencia, aunque su trayectoria ha sido más acelerada de lo que muchos pensaban. Desde mediados de la década pasada, decisiones han creado un entorno propicio para la instalación de paneles solares y molinos de viento. A medida que los costos del equipo han disminuido y el rendimiento de las instalaciones ha mejorado, el panorama de expansión se ha presentado optimista.
Sin embargo, las promesas dentro del país no se han concretado. El colapso más notorio ocurrió en La Guajira, donde varios proyectos impulsados por grandes empresas han sido abandonados o se encuentran paralizados. La burocracia ha complicado los permisos, dificultando el avance de las iniciativas. Ecopetrol ha intentado solucionar algunos de estos problemas, pero los resultados visibles son aún muy escasos.
En Colombia, varios proyectos de producción de energía eólica están paralizados. Foto:Tiempo
Es irónico que los principales obstáculos provengan de la Administración de Petróleo, cuyo discurso se centra en la transición energética. Al igual que en el gobierno actual, existe un evidente divorcio entre la retórica y la implementación, en parte debido a sesgos ideológicos, que se traducen en la hostilidad hacia el sector privado en estas actividades.
Debido a la falta de un tránsito fluido entre funcionarios del ministerio, la ignorancia se ha mezclado con la prolongación de competencias en posiciones clave, mientras que esfuerzos en el congreso lamentablemente intentan socavar la estructura institucional construida desde la reforma de 1992.
Así, el riesgo para el país no es un apagón prolongado, sino una prolongación de la crisis necesaria. Las advertencias emitidas por diversos entes y expertos se han escuchado durante mucho tiempo, pero sin cambios significativos en la realidad. La sensación colectiva se aproxima cada vez más al abismo.
Actualmente, en el norte de Bogotá, proyectos de transmisión eléctrica de alto voltaje permanecen incompletos, lo que es esencial para garantizar un suministro equivalente a aproximadamente 400 megavatios. Como consecuencia, miles de soluciones de vivienda están en pausa, exacerbando la situación de desempleo.
Más preocupante aún es la insuficiencia estructural en términos de generación, que revela un déficit en la oferta energética viable. Durante períodos de sequía prolongada, se vuelve imposible garantizar un abastecimiento adecuado. Y con un nuevo fenómeno de El Niño que puede alterar el régimen de lluvias, la situación podría volverse crítica.
Se esperan apagones masivos durante todo agosto. Foto:Izock
Estos pronósticos, que pueden parecer exagerados en un momento donde los embalses de las plantas hidroeléctricas se encuentran bien alimentados por la intensidad de la temporada invernal, deben ser tomados en serio. Todos conocen el ritmo a la baja que puede llevarse a cabo tras una sequía.
Ante una amenaza que merece atención, la única opción viable es expandir significativamente la capacidad energética. En este sentido, la respuesta inicial fue implementar subastas de configuración, un mecanismo de redistribución entre proveedores, que se requiere para cumplir con el objetivo establecido.
Existen algunas iniciativas de paneles solares en Colombia que podrían activarse y ofrecer energía a quienes la necesiten. Si se adecuan las condiciones del mercado, existe la posibilidad de restaurar la actividad energética en corto plazo.
A pesar de que esto puede ser una solución temporal, la gran pregunta radica en cómo robustecer el sistema a largo plazo, lo que requiere definir y, sobre todo, llevar a cabo un plan ambicioso.
Dada la postura actual del ejecutivo, parece que el interés se destina a evitar una nueva aceleración en las fuentes de energía renovables. Si se mantuviera este enfoque, Colombia debería concentrarse en parques solares y eólicos, donde, en teoría, aún hay potencial significativo para crecer, siempre que las condiciones sean adecuadas.
Según los datos, la capacidad de producción de estas fuentes ya representa el 9% del total, equivalente a 1.8 gigavatios, mientras que la energía hidráulica representa el 63%, y la térmica el 28% restante.
Es importante mencionar que la contribución de la energía solar y eólica es inestable. El pico real alcanzó sólo un poco más de 1,300 megavatios, lo cual permite temporalmente sustituir otras fuentes, pero debe ser abordado con cautela.
Los niveles de las represas en Colombia se recuperan después de la sequía que atravesó el país. Foto:Mauricio Moreno / Juan David Cuevas. Tiempo
Existen preocupaciones sobre la necesidad de mantener la confiabilidad del sistema. «No podemos ignorar las opciones que proporcionan estabilidad energética», destaca Natalia Gutiérrez de Acolgén. «Es necesario ampliar la matriz de producción, aunque ese tránsito debe ser equilibrado y responsable», añade.
El desafío de abordar esta encrucijada compleja requiere un marco regulatorio adecuado. Jaime Millán, experto en el tema, afirma: «Habrá suficiente luz si hay inversiones, y no habrá inversión sin garantías». Agrega que «tasas inadecuadas o incumplimientos estatales pueden llevar a impases.»
Todo lo dicho requiere un enfoque integral destinado a resolver los cuellos de botella en las conexiones en red. Abordar el déficit de capacidad no solo involucra la generación, sino también la mejora en la red de distribución que prevalece en condiciones fragmentadas y con escasez de recursos.
Las comparaciones pueden resultar odiosas, pero al ponerlas en contexto, queda claro que el rompecabezas de España es considerablemente menos complicado que el de Colombia. No se trata de subestimar los desafíos técnicos que conllevan el uso de fuentes de energía renovables, sino de reconocer que hay retos más profundos a los que hacer frente.
Si bien situaciones adversas son inevitables, no podemos permitir que se desborden, lo que podría regresar a horas oscuras. Es imperativo que las decisiones correctas se tomen pronto, porque los discursos persuasivos pueden generar fervor, pero fallan cuando se requiere acción eléctrica.
Ricardo Ávila Pinto
Especialmente para el tiempo
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