Cómo el estrés y la ansiedad afectan su deseo sexual – Cronica alterna

El deseo sexual es una parte importante del pozo general. Sin embargo, factores como el estrés y la ansiedad pueden reducirlo significativamente, incluso en personas sanas y activas. Comprender cómo actúan estas emociones en su cuerpo es el primer paso para recuperar una vida íntima completa.

Estrés y deseo sexual: una relación complicada

Cuando el estrés se vuelve crónico, el cuerpo produce un exceso de cortisol. Esta hormona, conocida por su papel en la respuesta de «lucha o vuelo», interfiere directamente con las hormonas sexuales como la testosterona y los estrógenos. Como resultado, el deseo sexual se debilita y la capacidad de disfrutar de un contacto íntimo disminuye.

Además, el estrés físico y mental genera fatiga. Después de un día agotador, el cuerpo simplemente no tiene energía para la intimidad, y esto puede generar frustración en la pareja.

Ansiedad y su impacto en la respuesta sexual

La ansiedad no solo afecta a la mente, sino también al cuerpo. Las personas ansiosas pueden experimentar tensión muscular, dificultad para concentrarse y miedo al fracaso durante el acto sexual. Esta preocupación constante afecta tanto a hombres como a mujeres, generando disfunciones como la pérdida de erección o dolor durante el sexo.

En muchos casos, la ansiedad anticipada, el miedo a no dar bien, bloquea el deseo sexual incluso antes de que surja.

¿Qué puedes hacer para mejorar?

La recuperación del deseo sexual comienza a reducir el estrés diario. La incorporación de técnicas como meditación, yoga o caminatas al aire libre puede marcar una gran diferencia. Además, mejorar la calidad del sueño y el cuidado de la alimentación favorece el equilibrio hormonal.

En situaciones más complejas, buscar ayuda profesional con un terapeuta sexual o psicólogo es clave. También es útil mantener la comunicación abierta con la pareja, para evitar malentendidos y crear un espacio seguro donde el deseo pueda florecer.

Es posible una vida íntima saludable

El estrés y la ansiedad no tienen que dominar su vida sexual. Con conciencia, apoyo y pequeños cambios, es posible recuperar la conexión con usted y con su pareja.

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