El periodista deportivo fue víctima del robo en Bogotá

Un sábado cualquiera que prometía ser una jornada normal de ejercicio y deporte se tornó en una experiencia negativa para el reconocido periodista y presentador Ricardo Henao Calderón. El evento sucedió el 10 de mayo, cuando Henao regresaba de un paseo en bicicleta por la zona conocida como El Alto de Patios. En un caso desafortunado de delincuencia, dos hombres se le acercaron y le quitaron su bicicleta en la calle 116, ubicada al norte de Bogotá.

A lo largo de su relato, Henao detalla cómo uno de sus atacantes se acercó de manera amistosa mientras él pedalaba. El hombre comenzó una conversación que abarcaba temas sobre rutas ciclistas, el mundo del ciclismo y los entrenamientos. Este tipo de interacciones amigables son bastante comunes entre los aficionados al deporte, por lo que Henao no sospechaba que había algo oculto tras esa charla casual. El desconocido incluso ofreció su número de contacto, insinuando que podrían salir juntos a entrenar en el futuro, lo que hacía que la situación pareciera aún más inocente.

Sin embargo, la tranquilidad de la conversación se vio interrumpida cuando un segundo hombre apareció de la nada. El primer individuo le dijo a Henao que iba a buscar su tarjeta personal, mientras que el segundo se acercaba con una actitud sospechosa, como si viniera de comprar algo en una tienda cercana. Fue en este instante crítico cuando el verdadero propósito de ambos hombres se hizo evidente. «Necesitamos su bicicleta. No vamos a hacerle daño, solo baje», le ordenó uno de ellos con tono autoritario.

Ante la situación, Henao optó por ceder y entregar la bicicleta. Aunque los asaltantes no mostraron armas ni lo agredieron físicamente, el periodista prefirió evitar cualquier tipo de confrontación que pudiera escalar a un episodio violento. «No había nadie alrededor, no había nada que se pudiera hacer. Es muy triste, porque uno trabaja arduamente para obtener sus pertenencias», comentó reflexivamente.

A pesar de lo ocurrido, Henao expresó su gratitud por no haber sufrido lesiones. Sin embargo, no pudo evitar sentir una profunda decepción al darse cuenta de que no podía confiar ni en aquellos que parecen acercarse con buenas intenciones. «Es lamentable que uno salude y termine siendo la misma persona que lo pone en riesgo», concluyó Henao, quien procesaba la experiencia angustiante. Este incidente no solo resalta la inseguridad en ciertas áreas de la ciudad, sino también la complejidad de las interacciones humanas, donde la cordialidad puede enmascarar intenciones nefastas.

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