Incluso para el presidente de la república, que es hEl hecho de la palabra de su herramienta más poderosa, la semana final fue particularmente intensa en los discursos. Después de sus entrevistas con los aprendices el martes en Plaza de Nariño, Gustavo Petro continuó su labor el miércoles con una reunión de alcaldes en Cartagena. Las actividades siguieron el jueves, viernes, y se extendieron hasta Tibú y Ocaña, en Norte de Santander, abarcando un amplio marco temporal y geográfico en su agenda.
Cada vez que el presidente se enfrentaba a críticas, mostraba una postura dura hacia sus funcionarios, además de levantar iniciativas considerables, como el aumento en la duración del día escolar. Con su propuesta y un tono animado, se podía observar que Alguien parecía estar empezando su ejercicio, no un gobernante cuya administración había alcanzado apenas mil días de gestión.
Quizás este ritmo frenético esté relacionado con el propósito de resaltar su presencia en el territorio antes de presentar un viaje programado a China. Sin embargo, los observadores también sugieren que hay una intención clara de elevar el volumen del orador presidencial, especialmente porque el líder del Pacto de Historia, ahora, enfrenta menos oposición de la que tenía anteriormente.
La declaración emitida por el Palacio el lunes afirmaba que Petro «cierra a abril y comienza con mayo con un salto obvio en su imagen pública, según dos encuestas llevadas a cabo por empresas desgarradoras, recientemente distribuidas que reflejan figuras y conceptos». Ambas encuestas destacaron que la percepción hacia el jefe del ejecutivo ha mejorado más que en los últimos dos años.
La parte oficial atribuye estos cambios a varias estrategias, incluida la transmisión a la televisión de la apertura del Consejo de Ministros y a una mejora en indicadores económicos, como una drástica reducción del desempleo. En este contexto, se informaba que «este escenario representa un nuevo momento político para el presidente, justo cuando el juicio del Senado está a punto de llegar a su desenlace, en menos de un mes, con una propuesta de conferencia popular».
Ruido extremo
Esta circunstancia se vive en un país donde los expertos describen una «conversación pública» de tal magnitud que resulta abrumadora. Según el análisis de Leonardo García, Se registraron 70 millones de publicaciones en el territorio colombiano a través de la X Red durante los primeros cuatro meses de 2025. «Excepto por algunos tópicos específicos, hay un flujo constante de opiniones que revela que la máquina que alimenta las controversias siempre está activada», enfatiza el analista.
Aún más sorprendente es entender cuáles son los problemas que realmente importan a los ciudadanos. De este modo, más de un tercio de lo que se discute en esta plataforma (36 por ciento) se relaciona directamente con política y gobierno. Esta cifra supera con amplitud a otros temas como seguridad y conflicto, seguidos de cerca por la economía y los negocios. Apenas un 10 por ciento se destina a la diversión, incluyendo entretenimiento y fútbol.
En este contexto, el que logra dominar la narrativa no es otro que Gustavo Petro. García señala que «Tanto de manera directa como a través de personas cercanas que actúan en tercer lugar, el activismo de la bodega y los medios públicos hacen que el presidente plantea las interrogantes que le interesan». Además, agrega: «Contrariamente, ninguno de sus oponentes parece acercarse al mismo nivel, y su enfoque tiende a ser meramente reactivo».
Como consecuencia, se da lugar a una atmósfera de conflicto perpetuo. En particular, el análisis señala que el 42 por ciento de la conversación pública en Colombia se muestra en términos negativos, en comparación con un 47 por ciento que se avoca a la información y un 11 por ciento que suele ser positivo. En lugar de intercambiar ideas, las discusiones a menudo giran en torno a personas, reflejando un tono de polarización evidente.
Aunque este retrato recuerda a otros momentos recientes en la política, las tendencias actuales muestran indicios distintivos. Regresando a las encuestas, Invamer indica una mejora neta de 11 puntos porcentuales en el índice de popularidad del presidente (con cinco aprobaciones más y seis desaprobaciones menos). La razón principal, según la percepción del público, es el respaldo creciente en la juventud, especialmente en ciudades como Barranquilla y Cartagena, además de Cali y Bogotá.
No es menos sorprendente lo que revela una investigación polimétrica sobre cifras y conceptos. Lo primero que resalta es que, en comparación con la medición realizada en noviembre pasado, los ciudadanos que se identifican con la izquierda han aumentado del 17 al 25 por ciento, incrementando las cifras del medio (48 por ciento).
Al mismo tiempo, aquellos que se consideran en sintonía con propuestas administrativas también han visto un crecimiento del 19 al 25 por ciento durante el período mencionado, mientras que el descontento disminuyó del 27 al 22 por ciento. Esto sugiere que hubo un evento que determinó este tipo de cambio positivo, brindando un respiro a la administración que, por el momento, se encuentra en una posición más favorable.
«Este aumento es resultado de la reforma del trabajo y del posterior inicio de asesorías populares», sostiene César Caballero, cofundador de figuras y conceptos. «Para la ciudadanía, el argumento presidencial ha reafirmado que el Congreso no apoya sus propuestas sociales, y por eso se ve la necesidad de acercarse a las personas, planteando una idea que resuena ampliamente con la opinión pública», argumenta.
Asimismo, las propuestas de esta reforma, cuyo aspecto más atractivo es redefinir la jornada laboral y el pago de horas extras, coinciden con el enfoque del gobierno de buscar cambios en sistema, pero todavía se mantiene ambigua. Esta línea muestra la oposición hacia una oligarquía y élites que, supuestamente, permiten que los gastos del ejecutivo sean delegados en otros, manifestando una tendencia de incumplimiento hacia compromisos al hacer promesas que a menudo son difíciles de cumplir.
«Para una buena parte de la población colombiana, Gustavo Petro es visto como alguien cercano, un representante del estado, pero, a la vez, alguien que se coloca del lado de la ciudadanía frente a un estado que consideran injusto». Esta afirmación proviene de Miguel Silva, experto en percepción social. «Sin embargo, en los estudios que he realizado, parece claro que la gente también expone frustraciones y problemas con adicción en su vida cotidiana», menciona.
Juego de ajedrez
No es reciente que esta dinámica deba considerarse, aunque cobra relevancia ante el inicio de la cuenta regresiva hacia las elecciones de 2026. Ante la cercanía del proceso electoral, las encuestas se han convertido en el centro de atención, donde la narrativa de Gustavo Petro se erige como prioritaria sobre cualquier otra, sean individuos o movimientos políticos.
Según César Caballero, en marcha hay una estrategia que busca asegurar que el pacto histórico se mantenga como la fuerza principal en la capital, optando por retener el poder. Por lo tanto, no importa tanto si las consultas populares reciben suficientes respaldos para trascender, sino más bien contar con apoyo significativo.
Desde esta perspectiva, «por un lado, representar una forma de restructurar sus bases, dado que quien esté a favor de la consulta que posiblemente tenga lugar en octubre o noviembre podría estar alineado con el objetivo de marzo; y por otro lado, es una forma de mostrar a los congresistas que tienen un respaldo popular considerable, lo que debe alinearse también con el pacto histórico», concluye.
Lograr un notable respaldo parlamentario permitirá influir en el rumbo electoral. Aunque puede parecer difícil para la izquierda, que aún resiente la negación de la presidencia, se puede perfilar un candidato de «bisagra», es decir, alguien que no exhiba abiertamente las banderas del antiperismo, pero que incluya algunas propuestas valiosas y reconozca logros como mejoras en las tasas de empleo o la reducción de la pobreza.
No obstante, todo depende del enfoque que Gustavo Petro decida adoptar en los próximos meses. Dentro de su círculo de asesores, hay quienes piensan que es adecuado reinventar el discurso y las decisiones, lo que explicaría los altos niveles de conflicto, que abarcan tanto a sus oponentes políticos como a líderes sindicales, empresarios, medios de comunicación y diversas corrientes de opinión.
Actuar dentro de esta esfera se presenta como un riesgo atractivo, sobre todo para aquellos que se consideran revolucionarios cuyo objetivo es dejar su impronta. Además de la retórica persistente, se han implementado acciones contra varios sectores, penalizando la influencia del sector privado en áreas que, según la ideología del presidente, deberían ser de dominio público. Esto incluye, entre otros, sectores de salud, energía e infraestructura.
Desde una perspectiva más amplia, este clima de tensión también afecta las relaciones internacionales. Tras su visita a China y al poco tiempo de haber estado en Washington, todo indica que se avecina una reunión con Estados Unidos centrada en la lucha contra las drogas y esfuerzos de certificación relacionados con esta problemática en Colombia. Las sanciones impuestas y las tensiones con Trump alimentan los sentimientos antiyanquis, generando un ambiente nacionalista creciente que tangata cualquier severa crisis económica contra otros factores externos.
Aunque el acceso a nuevas oportunidades es innegable, es crucial recordar que la mejora de la economía lamentablemente puede acarrear muchos peligros. Lo primero que debemos señalar es la influencia que, de no manejarse adecuadamente, puede tener en la población, especialmente en un escenario donde el medio ambiente comienza a deteriorarse y afecta la calidad de vida de muchos.
En el círculo de consejeros gubernamentales, hay quienes creen que el discurso debe ser radicalizado, lo que explica el nivel de lucha cada vez más extremo contra los oponentes
Si bien es cierto que la economía está creciendo a un ritmo más acelerado que hace un año, el panorama no es claro. La inflación aún se encuentra en niveles inadecuados, y el entorno global es inquietante, complicando la resolución de un rompecabezas que se vuelve cada vez más complejo, como lo es un deterioro significativo de las cuentas fiscales. Con un déficit en aumento y costos de financiamiento más altos, Colombia se expone a riesgos severos si no maneja su deuda con mayor cuidado.
La polarización creciente se suma a esta situación, dificultando incluso la posibilidad de un entendimiento básico ante emergencias nacionales. Este panorama complicado minaría los esfuerzos para una alianza con el pacto histórico, sin mencionar los riesgos de caer en un círculo vicioso lleno de extremismos y conflictos inevitables.
En adición a estos retos, los problemas en torno a temas de seguridad interna empiezan a comprometer el funcionamiento del estado. La ya problemática situación de la salud podría agravarse, afectando a miles de hogares colombianos.
Los nuevos escándalos o luchas por corrupción en el ejecutivo podrían afectar la percepción pública y generar rechazo. Esto podría impactar negativamente en el gobierno, cuyos errores y falta de preparación son muy evidentes. Si bien la oposición hasta este momento ha mostrado ser débil y desorganizada, podría recuperar terreno si se organiza adecuadamente.
Ante todo esto, Gustavo Petro debería ser el primero en reconocer los riesgos que implica todo este proceso después de las mismas cuatro semanas. Tal vez, un error capital desde la perspectiva política sería creerse que el incremento en las encuestas es una tendencia sólida y, por lo tanto, se extralimite sin cautela. En caso de que cometa un error, no será el único que sufrirá sus consecuencias.
Ricardo Ávila Pinto
Especialmente para el tiempo
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