El hundimiento de la consulta popular en el Congreso me recordó a esa novela inolvidable del literario Bogotá, Álvaro Salom Becerra.
El hundimiento de la consulta popular en el Congreso cayó como un agua fría calcosa a las aspiraciones de miles de colombianos.
Se había avanzado un trabajo pedagógico en vecindarios y comunas e incluso en los caminos más remotos, el problema era parte de la agenda ciudadana.
Los campesinos vieron cerca de tener una mesa después de años de trabajo, en condiciones de desigualdad laboral. Los practicantes de instituciones como Sena tenían expectativas de que su trabajo sería reconocido. Aquellos que llevaban las casas iban a dejar de arriesgar sus vidas por algunos pesos.
Al final. Muchas posibilidades que fueron para el traste, que cayó en voz alta, que golpearon a aquellos que consideraron que ahora se producirán las transformaciones sociales requeridas por el país, indistintamente del color partidista de aquellos que los han promovido.
Aquí el asunto no era de corrientes ideológicas, sino continuar promoviendo la transformación social y cerrar las brechas de pobreza que prevalecen en el país.
«Iba a votar por sí, antes que yo, pensando en mis hijos«, Me dijo Don Anísbal, el zapato junto a la Plaza de Cayzedo de Cali, con quien me encuentro antes de liderar la oficina.
No es el único. Doña Natalia, donde el almuerzo generalmente tiene un nieto que está terminando su formación en el Sena.
«Esto es muy difícil; Tenemos que darle una pestera para fotocopias, pasajes y comer algo. Y esperábamos comenzar a recibir algo cuando se envió a una empresa. Ahora, seguimos siendo los mismos«, Nos dice con frustración que no puede esconderse, incluso si la llaman desde aquí y allá para servir una sopa o pedirle que repita la valleceuana panelada.
Si pudiéramos reunir a todos los que sintieron que el mundo se hundió bajo sus pies cuando 49 congresistas decidieron por su futuro, ciertamente ocuparían un espacio muy grande.
Pasarán muchos años antes de que tengas esa oportunidad. Y como el inolvidable alfabetizado Bogotá, Álvaro Salom Becerra «