La luna, tradicionalmente considerada tierras inertes y silenciosas, podría ocultar una amenaza que pone a control los planes de colonización espacial. Un estudio reciente publicado en Science Advances revela que los terremotos lunares son más frecuentes y peligrosos de lo que se pensaba, y podría comprometer la seguridad de las futuras misiones humanas en el satélite.
Evidencia en el campo de Apolo 17
El análisis se centró en el valle de Taurus-Littrow, un lugar de subsistencia de la misión Apolo 17 en 1972. Los astronautas documentaron caídas de rocas y deslizamientos de tierra, fenómenos que los investigadores atribuyen a los terremotos causados por la falla geológica de Lee-Lincoln. Según el estudio, esta fractura ha generado temblores de magnitud 3.0 durante los últimos 90 millones de años.
Aunque estos movimientos sísmicos se considerarían menores en la tierra, en la luna podrían tener un impacto considerable. La ausencia de atmósfera, la baja gravedad y la composición del terreno lunar hacen que cualquier vibración se extienda con mayor intensidad, lo que afecta la estabilidad de las estructuras humanas.
Un nuevo enfoque para la exploración espacial
Hasta ahora, los impactos de meteoritos eran vistos como la principal amenaza para la infraestructura lunar. Sin embargo, este estudio cambia el enfoque y las fuerzas para repensar los diseños arquitectónicos, los materiales de construcción y los sistemas de monitoreo para futuras misiones.
Los programas espaciales que planean establecer bases permanentes, como Artemisa, deben incorporar medidas de protección sísmica. Esto incluye estructuras flexibles, sistemas de alerta temprana y protocolos de evacuación en caso de actividad sísmica.
¿Cómo avanzar de manera segura?
La investigación abre una nueva línea de trabajo para las agencias espaciales. Será necesario desarrollar sensores sísmicos adaptados al entorno lunar, reforzar las estructuras y establecer estándares internacionales para la construcción de tierras extraterrestres. La exploración espacial ya no puede ignorar la dinámica geológica de los cuerpos celestes. La luna, lejos de la estática, exige una planificación más rigurosa y resistente.
 
								 
															





