La migra de Trump separó a dos madres de sus bebés

Dos madres, una cubana y otra venezolana, han presentado denuncias sobre la deportación que enfrentaron en los Estados Unidos, un acontecimiento que ha provocado una ola de indignación y controversia acerca de las políticas de inmigración del país. Las historias de estas dos mujeres resaltan la humanidad detrás de las decisiones administrativas y sus devastadores efectos en las familias.

Separación sin despedida

Heydi Sánchez, una madre originaria de Cuba, fue deportada a su país natal sin previo aviso, dejando atrás a su hija de un año en los Estados Unidos. El dolor es palpable en las palabras de su esposo, Carlos Yuniel Valle, quien describe cómo la niña sufre al buscar a su madre, incapaz de comprender por qué ya no está con ella. Este evento ocurrió durante lo que se suponía iba a ser una cita de rutina con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), lo que les negó incluso la oportunidad de una despedida. La congresista Kathy Castor ha calificado la situación como «cruel e ilegal», subrayando la falta de humanidad en este tipo de procedimientos que deberían tener en cuenta el bienestar de los niños.

La desaparición de Antonella

Anorely Bernal, otra madre en una situación desesperante, fue deportada a Venezuela, dejando a su hija Antonella, de apenas dos años, en una casa anfitriona en los Estados Unidos. Esta separación ha dejado a la familia de Antonella en una situación angustiante, sin información sobre el paradero y el bienestar de la pequeña. A pesar de que Anorely y su pareja han sido acusados de pertenecer a la banda de Aragua, ellos niegan tales acusaciones, argumentando que estas son infundadas. Por su parte, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha justificado la separación bajo la premisa de que es por «la seguridad y el bienestar» de la niña.

La versión oficial contra la realidad

El gobierno de los Estados Unidos mantiene que su política es «mantener a las familias unidas», pero los casos de Heydi Sánchez y Anorely Bernal contradicen firmemente estas afirmaciones. Además, la deportación de niños estadounidenses junto a sus madres hacia Honduras, un proceso justificado por las autoridades como un acto de voluntad materna, deja muchas interrogantes sin respuesta sobre la verdadera intención detrás de estas decisiones. La abuela de Antonella ha expresado su profundo temor y angustia por su hija, que no tiene forma de saber el paradero y estado de su pequeña. En cada rincón de estas historias hay ecos de desesperación y un clamor por un cambio en las políticas y prácticas de inmigración que prioricen la unidad y el bienestar familiar.

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