En el corazón del antiguo Teatro Imperial, un emblemático lugar con más de un siglo de historia, se encuentra un espacio mágico donde el aroma del café está profundamente entrelazado con la memoria de un pueblo. Su nombre es Moneta, un proyecto que emergió del encuentro entre dos individuos apasionados: John Jairo Paz y Edgar Portilla. Estos dos colegas, unidos por su especialización en gestión de proyectos, decidieron aunar sus sueños: uno enfocado en la gastronomía con un fuerte componente social, y el otro en la dignificación de las memorias del conflicto armado que ha marcado a su región.
Moneta no se limita a ser una simple cafetería especializada; es un verdadero refugio. Un lugar en el que cada sorbo de café lleva consigo las historias de resistencia de aquellos que han sufrido a causa del conflicto en Nariño. Aquí, las voces de las víctimas resuenan con fuerza y claridad, convirtiendo cada taza servida en un homenaje a la memoria histórica. En Moneta, la memoria se sirve caliente, impregnada de un profundo aroma que evoca la resiliencia de un pueblo que se niega a ser olvidado.
El viaje de John Jairo hacia el arte del Barismo ha sido fascinante. Comenzó desde cero, adentrándose en varias academias, estudiando cada proceso con dedicación y disciplina. Bajo la tutela de maestros cafetaleros, comprendió que el café no solo debe ser un deleite al paladar, sino también un vehículo educativo. En Moneta, cada taza cuenta una historia: una narrativa sobre las distintas altitudes donde se cultiva el café, las variadas especies de granos, los meticulosos procesos de preparación y, sobre todo, un reconocimiento a los valientes que han resistido desde las profundidades de una tierra marcada por adversidades.
El ambiente de Moneta, aunque clásico, es cálido y acogedor. La selección musical que acompaña a los visitantes ha sido elegida con esmero, creando una atmósfera propicia para la reflexión y la conexión. Además, el pan de masa madre, cuidadosamente horneado por Luis Caicedo, ofrece un toque especial que complementa la experiencia gastronómica. La pasión que anima cada rincón de Moneta transforma este lugar en algo más que una simple cafetería: se ha convertido en un laboratorio de memoria viviente, en una casa donde no solo se recuerda el pasado, sino que también se construye el futuro, taza por taza, historia tras historia.
Porque aquí, en este entorno donde las paredes antiguas son testigos de innumerables relatos, y donde los corazones jóvenes están llenos de esperanza, el café no es solo una bebida; es un símbolo de cultura, resistencia y comunidad.