El presidente Donald Trump sostiene que Estados Unidos es un país reservado exclusivamente para los estadounidenses. Sin embargo, el dólar estadounidense trasciende fronteras y es una moneda utilizada y aceptada a nivel global. Ante la posibilidad de que el bloque de las economías emergentes, conocido como BRIC, introduzca una nueva moneda, Trump advirtió que aquellos que «apoyan cualquier otra moneda en un intento de reemplazar el poderoso dólar estadounidense» se enfrentarán a aranceles del 100%. Esta postura refleja su firme creencia en la supremacía del dólar en el escenario internacional.
No obstante, Stephen, el presidente del consejo de asesores económicos de Trump, no comparte la misma perspectiva. En una declaración realizada el 7 de abril en el Instituto Hudson, argumentó que el uso global del dólar ha «causado distorsiones monetarias persistentes» y ha contribuido a un «déficit comercial insostenible», exacerbado por las barreras comerciales injustas impuestas por otros países.
No es solo Stephen quien tiene este punto de vista. Otros economistas, como Michael Pettis, quien no forma parte de la administración pero posee una influencia significativa, expresó en un artículo reciente del Financial Times que «Estados Unidos sería mejor sin un dólar global». Sin duda, estas opiniones están generando un debate crucial sobre el futuro del dólar.
Operadores de la Bolsa de Nueva York. Foto:Getty Images a través de AFP
La creciente demanda de dólares en el mundo eleva su valor, algo que Trump considera positivo, ya que sostiene que los países fuertes deben poseer monedas fuertes. Sin embargo, se rodea de asesores que advierten que un dólar fuerte podría hacer más competitiva a la industria estadounidense y provocar el traslado de empleos al extranjero. Esta dicotomía genera incertidumbre sobre quién tiene la razón en esta compleja discusión económica.
‘Privilegio exorbitante’
La situación de muchos países —como Filipinas, Sudán, Nigeria y Colombia— quienes utilizan el dólar para ahorrar e invertir, es un fenómeno que Valéry Giscard d’Estaing, cuando se desempeñaba como Ministro de Finanzas de Francia, describió como un «privilegio exorbitante» que beneficia a Estados Unidos. El contexto es el siguiente: casi todos los gobiernos emiten su moneda para cubrir gastos, y la población local acepta estos billetes a cambio de bienes y servicios. Este acuerdo es bastante frágil, y los economistas lo definen como «Lordov». Cuando la fe en una moneda local se derrumba, como ha venido sucediendo en países como Argentina, Venezuela y Zimbabue, las consecuencias son devastadoras y los precios se disparan.
Trump ordenó cerrar la oficina de protección del consumidor. Foto:Tiempo de archivo / agencias (AFP y EFE)
La situación en Estados Unidos es singular, ya que el deseo de poseer dólares se extiende a nivel global, otorgándole un estatus predominante. Según estimaciones de la Reserva Federal, los extranjeros poseen más de 1 billón de dólares, lo que representa el 45% de la moneda total en circulación. Este fenómeno proporciona a Estados Unidos una fuente de financiamiento asequible. Por ejemplo, un estadounidense que viaja y gasta dólares en un hotel extranjero puede contribuir indirectamente a que el hotelero use esos mismos dólares para financiar un viaje a Estados Unidos. En caso de que los precios aumenten durante ese período, el estadounidense está disfrutando de un «préstamo» sin intereses.
Además, los bonos del Tesoro estadounidense son considerados una forma segura de inversión a nivel mundial y son utilizados frecuentemente como colateral en diversas transacciones financieras. Lo atractivo de este estatus es tal que, aún con tasas de interés más bajas en comparación con otras opciones de inversión con riesgos equivalentes, los extranjeros están dispuestos a mantener bonos del Tesoro, generando lo que los economistas llaman un «diferencial de conveniencia».
A finales de 2024, se estimaba que los inversores extranjeros poseían casi 8.6 billones de dólares en deuda federal de Estados Unidos. Si consideramos que la función de los bonos como colateral permite reducir las tasas de interés en aproximadamente 0.5% en comparación con otras circunstancias, esto resulta en un ahorro sustancial de cerca de 43,000 millones de dólares al año. Esta capacidad de emitir deuda pública sin necesidad de una cobertura adicional le otorga a Estados Unidos una ventaja formidable en comparación con otras naciones.
Políticas de EE. UU. han generado una moneda fuerte. Foto:Mauricio Duenas. Efusión
Antes de su intervención en el Instituto Hudson, Stephen reconoció que «la demanda de dólares mantiene bajas las tasas de interés», pero no profundizó en este punto. También se omite una ventaja crucial del dólar global: cuando Estados Unidos enfrenta crisis, como después de la guerra en Vietnam o durante la guerra comercial iniciada por Trump, otros países que han emitido deuda en su propia moneda deben pagar tasas de interés que compensen el riesgo de devaluación. Sin embargo, Estados Unidos no se encuentra en esta situación.
Hoy, sin reemplazo
¿Significan las ventajas de Estados Unidos una pérdida para el resto del mundo? No necesariamente. Las personas alrededor del planeta se beneficiarán de una moneda segura como el dólar para ahorrar e invertir, algo que ninguna otra economía actual puede igualar.
Si bien Europa se presenta como una alternativa obvia, su mercado de capitales se muestra muy fragmentado en comparación con el estadounidense. Durante los últimos años, la Unión Europea ha comenzado a emitir instrumentos de deuda, pero no logran ofrecer la misma cohesión que la economía estadounidense. Asimismo, aunque la economía china es considerable, su régimen político autoritario y el control de capital complican la adopción del renminbi como una opción viable en el ámbito global.
El presidente Donald Trump defendió el dólar como moneda global. Foto:Getty Images a través de AFP
El dólar sigue siendo la moneda global, ya que las políticas e instituciones estadounidenses han demostrado ser históricamente más confiables que la mayoría de las de otros países. Si algunos economistas se preocupan por este fenómeno, el presidente Trump parece tener una solución potencial. Al imponer aranceles que violan acuerdos internacionales, al amenazar a aliados como Canadá y Dinamarca, y al ignorar el apoyo judicial, Trump está llevando a Estados Unidos hacia un camino que podría asemejarse más a uno donde predominan monedas débiles y alta inflación.
La reacción mundial ante las tarifas impuestas por Trump fue clara: el dólar sufrió una depreciación de casi el 7 por ciento frente al euro, mientras que las tasas de interés han mostrado un aumento significativo en los últimos años. Esto ha llevado a que las monedas emergentes y los países en desarrollo sufran al mismo tiempo que la desaceleración económica global se vuelve más pronunciada.
Diseñar una política económica que afecte a un amplio espectro de economías puede ser complicado, pero los economistas han logrado este objetivo. Si el dólar global se enfrenta a una crisis, muchos lamentarán la pérdida de su estatus y las implicaciones que esto acarrea para todos.
Andrés Velasco
Sindicato de proyectos
Ex Ministro de Finanzas de Chile. Es decano en la Escuela de Economía de Londres. Más contenido que pueda ser de interés:
EE EFECTOS TARIFICADOS EN CHINA. FOTOGRAFÍA: