Felipe Santamaría es hoy uno de los nombres que más suenan dentro del KBA Free Club en Neiva. Este joven boxeador se está preparando intensamente para la reunión de los Interclubos, un evento que tendrá lugar el 27 de mayo, organizado por el Baekho Club. Aunque todavía lleva poco tiempo entrenando, su historia, la dedicación que muestra y la transformación personal que ha experimentado lo convierten en una de las figuras más prometedoras para este evento. Felipe no es solo un boxeador; es un ejemplo de cómo el esfuerzo y la dedicación pueden llevar a un joven a alcanzar grandes logros.
“Sí, me siento preparado para representar a mi club y darlo todo; voy por el nocaut”, afirma Felipe, quien se somete, cada día, a rigurosas rutinas de entrenamiento físico y técnico. Desde que comenzó, cada golpe lanzado y cada gota de sudor se han convertido en símbolos de su dedicación y compromiso con el deporte. Este contacto con el boxeo llegó a su vida de forma inesperada, pero rápidamente se transformó en una pasión que lo motiva a seguir adelante y mejorar constantemente.
Comienzo del cambio
La historia de Felipe con el boxeo se remonta mucho antes de que entrara en un gimnasio. En 2020, siendo apenas un niño de 11 años, ya disfrutaba de pelear informalmente. “Salía a pelear con mis compañeros de clase en el vecindario; nos poníamos los guantes y comenzábamos a luchar”, recuerda con una amplia sonrisa en el rostro. Sin embargo, su trayectoria dio un giro significativo este año, cuando conoció a ‘Risaralda’, un boxeador local, mientras ayudaba en el negocio de su padre.
Intrigado por el entrenamiento de ‘Risaralda’, Felipe le preguntó en qué club entrenaba. «Me explicó todo y me hizo la invitación para que fuera a entrenar con él. Desde entonces, comencé a asistir todos los días”, dice con entusiasmo. Esta fue la puerta de entrada al KBA Libre Club, un lugar donde Felipe no solo ha aprendido técnica y disciplina, sino también ha encontrado una segunda familia que lo apoya y lo alienta en cada paso de su camino.
De dolor avanzado
Los primeros días en el gimnasio no fueron sencillos. “Cuando empecé, todo fue extremadamente duro para mí. Las exigencias del entrenamiento superaron mis expectativas”, recuerda Felipe. Sin embargo, a lo largo del tiempo, y con el apoyo constante de sus compañeros de clase y entrenadores, ha visto una mejora significativa en su resistencia, técnica y mentalidad competitiva. Hoy, Felipe es un testimonio vivo del poder transformador que el deporte puede tener. “La disciplina que aprendemos aquí no solo nos beneficia en el deporte; también nos mejora en casa y en la escuela. Hacemos todo esto por amor a lo que hacemos”, expresa con sinceridad.
Para él, el boxeo ha sido más que simplemente lanzar golpes; ha sido una herramienta esencial para alejarse de las peleas callejeras y construir un futuro más esperanzador y positivo.
Con los pies en el suelo
Felipe Santamaría no solo tiene como objetivo ganar su pelea en mayo; su deseo es dejar una huella imborrable. Aspira a inspirar a otros jóvenes que enfrentan situaciones similares y demostrar que, con pasión, disciplina y la oportunidad adecuada, se pueden cambiar rumbos en la vida. En el ring de Neiva, un joven boxeador no solo está mostrando su destreza, sino que también está compartiendo una historia que apenas está comenzando. Su viaje es un ejemplo de que el esfuerzo y la dedicación pueden llevar a resultados impresionantes, tanto en el deporte como en la vida.